Dos cafés fríos

Una mujer entra al despacho de un detective con un pedido inusual: su marido ha empezado a dejar que el café se enfríe.
Entre tazas olvidadas, corbatas contadas y medias que no se sacan, Isabel expone con una precisión obsesiva las pequeñas grietas que anuncian una traición.
Pero el detective, acostumbrado a seguir rastros ajenos, encontrará en este caso más de lo que esperaba.
Dos cafés fríos habla sobre lo que se enfría, lo que se oculta y lo que —por más que se intente— ya no puede disimularse.